La educación en las emociones es la capacidad de reconocer las emociones, interpretarlas, expresarlas de manera adecuada y reconocer la respuesta en las demás personas.

Un ejemplo de educación en la afectividad es lo que decía Aristóteles: “Enojarse es fácil, pero enojarse con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento adecuado, por los motivos justos y de forma apropiada, no es fácil”.

Esto se aprende en la familia, ya que se aprende a través de asociación de estímulos y de observar a los demás.

Algunas pautas concretas para educar en la afectividad:

•  No reprochar emociones negativas. La tristeza o enojo es tan natural como la alegría, se puede corregir la acción que hizo al sentir esa emoción, pero la emoción no se reprocha. Un buen mensaje de fondo sería “No somos responsables de los sentimientos, pero sí de que hacemos con ellos”.

•  Permitir acceso al máximo rango de sentimientos y llamar a los sentimientos por su nombre, ayudar a que nombren lo que sienten, a veces confunden angustia con tristeza, enojo con frustración cansancio con tristeza, desilusión con molestia, etc.

•  Ayudar a que detecten dónde o cómo  sienten el enojo, la tristeza, la soledad etc.

• No sólo preguntar lo que les pasó, sino lo que sintieron. No tenemos que estar de acuerdo con sus sentimientos, pero si tener empatía y para ello se debe escuchar con atención.

•  Demostrar que sus sentimientos son realmente importantes para nosotros por ejemplo: asentir con la cabeza, con expresiones cortas y neutras (Vaya, um, ajá, etc.) para que se pueda expresar sin sentirse juzgado y que busque sus propias soluciones y después retroalimentar, para que se den cuenta que lo escuchan, comprenden y le creen, para ello podemos hacer preguntas de vez en cuando, para que vean nuestro interés y confirmar lo que entendimos.

•  Establecer diálogo para comprender más allá de lo que dice, no intervenir antes de conocer totalmente la situación de lo que vivió y cómo se sintió.

• Actuar con tranquilidad. Por ejemplo, en enojo o berrinche de niños o adolescentes (ellos todavía no tienen muy desarrollado el autocontrol y no saben expresar exactamente lo que sienten) permanecer tranquilo y hablar en tono suave, llevarlo con suavidad y firmeza a otro cuarto. Después buscar un buen momento para preguntarle y hablar de lo que sintió.

• Felicitarlo cuando trabaje en sus emociones, reflexiones y reconocer sus logros.

• Tomar en cuenta que a veces dicen si no, o no sé, cuando tienen miedo de decir algo.

• Ponernos en su lugar.

• Preguntarle y escuchar. No intentar suponer qué es lo que le pasa o piensa, ni reprimir con frases como “deja de llorar” o “eres un maleducado”.

• Aprender con él a conocerlo y a conocerse a uno mismo, para saber cómo actuamos.

• No pegar, porque enseñamos a no tener autocontrol, pero si corregir con firmeza y suavidad.

• Fomentar comidas y convivencia familiar, estas comidas sin televisión o aparatos electrónicos para poder platicar.

• Ver a los ojos cuando nos hablen.

• Como en muchas cosas de educación, el ejemplo es clave.

Algunos beneficios de una buena inteligencia emocional son:

– Seguridad en sí mismo.

– Tener pautas concretas para controlarse y reconocer los límites.

– Aceptar correcciones sin sentirse amenazados ni juzgados.

– Independencia.

– Respeto y confianza.

– Satisfacción y eficacia.

– Sociabilidad y facilidad para la amistad.

– Capacidad de decir no, de pedir favores, de hacer peticiones y expresar sentimientos positivos y negativos.

– Hacer y aceptar cumplidos.

– Expresar amor, agrado y afecto.

– Defender los propios derechos.

– Expresar opiniones personales.

– Disculparse o admitir ignorancia.

– Capacidad de hablar en público.

– Desarrollo de organización de grupos o liderazgo.

– Negociar soluciones y tolerancia en los conflictos.

– Empatía y expectativas adecuadas de los demás.

– Sensibilidad social.

• Neufeld G y Mate G. Regreso al vínculo familiar. Hara Press. 2008. E.U.
• La educación emocional de nuestros hijos. Edufam.net. Carmen Herrera García, Begoña Carbelo Baquero.
• Aguiló. Educar los sentimientos. Hacer Familia. 2008. España.
• Hersh, S. Mom, I feel Fat. Watebrook Press. 2000. E.U
Imagen: Photo by Toa Heftiba on Unsplash

 

Leave a comment