El conocer cada etapa del matrimonio ayuda a que sepamos qué esperar y como actuar para avanzar y crecer como persona y como pareja.
1. Enamoramiento: Existe ternura, intensidad, placer e idealizar lo que viven. Se desarrollan los mismos valores, intereses, hábitos, pensamientos y sentimientos, pero, poco a poco, la persona comienza a interesarse por el exterior, a reanimar amistades e intereses o si llega el primer hijo absorbe tiempo y energía. Las diferencias (que son buenas) se empiezan a notar y si no se aceptan se perjudica la relación porque hay desencanto y desilusión (sobre todo, en los que tienen más necesidad de amor y protección, porque les faltó en la infancia).
•Tareas:
– Establecer relación amable, cálida y de confianza.
- Evitar ansiedad por la idea de que lo vayan a abandonar y evitar el chantaje afectivo.
– Tener límites entre intimidad independiente de las familias y la relación.
– Ofrecer cariño y apoyo necesarios.
2. Realidad: Se dan cuenta de que su relación no será un romance eterno, ni una unión perfecta. Aparecen diferencias y pueden expresarse en forma de acusación: “has cambiado”, “no eres la misma persona con la que me case”. Mientras más altas y alejadas de la realidad son las expectativas, más grande es la caída. Puede aparecer rutina, cansancio, tedio y tensión. Los conflictos ayudan a madurar porque quiere decir que empieza a haber más autonomía sana.
•Tareas:
– Reconocer y comunicar necesidades y expectativas (trabajo, amigos, deporte, etc.)
– Reconocer las diferentes expectativas que tiene el otro.
– Unión en lo diferente de cada persona.
– Aceptar que su relación no puede satisfacer todas sus necesidades.
– Buscar tiempo para estar solos, y tiempo juntos, restablecer relaciones con amigos y familia, sin dejar actividades en común.
– Entenderse y revisar sus aspiraciones personales.
– Afrontar y equilibrar distintos papeles como marido, mujer, madre, padre, hijo, amigo, etc.
– Negociar las funciones que desempeñan en la relación.
3. Lucha de poder. Los intereses empiezan a separarse y desarrollarse independientemente, hay menos ganas de entenderse y comprometerse. La pareja puede sentirse distante y desconectada y se enfrenta para ver quién tiene el control. En las peleas aparecen exageraciones (“tu nunca…”, ”yo siempre…”) y los papeles se polarizan (como dominante/sumiso o Ahorrador/derrochador). Las personas inseguras, vulnerables y con carencias suelen acusar con desesperación las necesidades propias. Se pueden estancar en esta etapa por años, sobre todo cuando tienen modelos de familia similar, donde las parejas se llevan mal, usan frases cortantes, acusaciones, silencios o enfurruñamiento, en lugar del diálogo.
•Tareas:
– Adquirir conciencia de nuestro propio poder y compartirlo en lugar de usarlo para controlarlo.
– Sacar aspectos ocultos de ambos y asumirlos.
– Atenuar las polarizaciones establecidas y aceptar que los dos tienen cosas positivas y negativas como persona y como pareja.
– Resolver conflictos de poder que tenemos pendientes desde la infancia, reconociendo que se tiene necesidad de poder.
– Buscar maneras para resolver problemas, tomar decisiones y negociar sin aplastar.
– Mantener el amor y comprender las necesidades, punto de vista y sentimientos del otro.