¿Qué tipo de papás o mamás somos?

Algunos ejemplos de tipos de papás y mamás que pueden dañar a los niños.

– Papás demasiado exigentes: los padres exigen al niño más de lo que éste puede, ya sea por su edad, por aptitudes o por sus intereses. El niño al ver que no llega a las metas que se le han propuesto se desentiende de ellas.

– Papás hipercríticos con sus hijos. Son aquellos que ven la botella medio vacía y no medio llena. No están contentos con los logros de sus hijos porque los consideran insuficientes o de poca calidad, lo que haga el niño nunca es suficientemente bueno y pueden creer que ellos de pequeños se portaban mejor o eran mejor que sus hijos. O son padres en los que los niños no cumplen con sus expectativas por ejemplo en relación al género, aptitudes, físico, etc. La demostración de afecto no se realiza de forma positiva por exceso de critica. El niño en estos caso responde manifestando una afectividad negativa, tal y como a él se la están transmitiendo.

– Papás permisivos: hay padres que no tiene expectativas, límites o metas hacia sus hijos, lo que se traduce en una permisividad absoluta de hábitos, reglas, conductas, etc. Estas actitudes generan un falta de confianza absoluta en el niño y por tanto una baja autoestima. Al no haber metas, el niño carece de motivación para emprender cualquier actividad y es incapaz del más mínimo esfuerzo. En consecuencia, el niño no tiene ninguna experiencia de éxito en su historial y esto a su vez aumenta la falta de confianza en si mismo.

– Papás sobreprotectores: Los padres quieren que el niño haga las cosas bien y con el mínimo esfuerzo, como consecuencia, al final los papás les hacen las cosas. Si no le exigen, piensan que no les importan y también tienen poca confianza en si mísmos, porque el mensaje que se les da es “No podrías o no lo harías bien, por eso lo hago yo”, y además el niño no ve sus logros y de lo que es capaz, lo que también le genera poca confianza en si mismo.

– Papás hiperocupados. Los papás poco accesibles por tiempo, pueden hacer que sus hijos se sientan rechazados, porque sienten que no son importantes. El niño por su parte al no sentirse querido por sus padres carece de la motivación suficiente par agradarles. En esto casos, es fácil que el niño adopte como objetivo de su conducta la demostración de una afectividad negativa.

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