Nos comunicarnos con la boca y el oído, pero también con el corazón, para poder comprender al otro. Pero a veces, escuchamos para hablar de nuestras historias o juzgamos, aconsejamos, y etiquetamos desde nuestro marco de referencia y no desde la comprensión del otro. Debemos escuchar activamente, con empatía, conocimiento y apertura mental. Que el otro entienda: “Me interesa lo que me dices, porque me lo dices tú”.
• Escuchar adecuadamente puede ser innato o puede aprenderse. Algunas pautas son:
– Mantener contacto visual. El que comprende una mirada, puede comprender una explicación.
– Prestar atención al lenguaje verbal y no verbal.
– Mantener el silencio controlando los impulsos de contar nuestra historia, cuando no es conveniente. Es bueno realizar gestos empáticos, y animar a que siga hablando como pronunciar “si”, “aja”, “mmm” de tal forma que no interrumpimos, pero dejamos claro que estamos escuchando (siempre y cuando tengamos contacto visual).
– No aconsejar, criticar o rechazar lo que la persona esta sintiendo. Sí podemos rechazar lo que cuenta o lo que opinamos, pero no sus emociones, todas ellas son válidas y reales.
– Aclarar palabras claves y preguntar para profundizar lo que está contando.
– Dar información útil sobre como estoy entendiendo y sintiendo con lo que me está contando.
– Evitar el tener soluciones para todo, antes de habernos enterado de lo que se trata.
– Ser paciente y respetar el tiempo del otro.
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