Dialogar con los hijos, o con quien sea, ayuda a expresar lo que uno y otro piensa y siente, y para que sea profundo debe haber aceptación, conocimiento de nosotros mismos y confianza.
Algunos errores frecuentes son:
• Por acción:
- Interrupción: Es muy frecuente, con el enojo o con las prisas no dejamos que acaben su explicación o relato. La interrupción provoca frustración del que habla, que puede reaccionar cortante o agresivamente. Una parte de la interrupción es completar las frases del otro, dando por supuesto lo que le pasa.
– Contradicción: Lo que molesta de la contradicción es: la frecuencia con la que se hace (hay personas que sistemáticamente les gusta contradecir); el tono; la forma en la que se contradice; y el momento. No quiere decir que no contradigamos, pero podemos esperar a que la otra persona termine, contradecir lo que estamos en desacuerdo y reforzar lo que estamos de acuerdo y cuidar los modos.
– Faltas de respeto como: burlas, insultos, ironías, gritos, amenazas, caras largas, reproches, amor propio, rencor, etiquetas y prejuicios
– La ira, porque aunque surge en un segundo, afectará la calidad del resto del tiempo, ya que las personas nunca estarán seguras de cuando volverá a enfurecerse.
• Por omisión :
– Falta de atención: provoca sensación de desinterés, que acompleja o frustra. Esto es frecuente por el uso de la tecnología, o a veces, los papás que piensan que lo que cuentan sus hijos no es importante (aunque para el hijo, sí, y por eso, lo está contando).
– No saber escuchar: Usar frecuentemente el monologo. Para que sea dialogo, se requiere que el que escucha anime y aliente a hablar al otro, por ejemplo con reacciones al relato, con preguntas, expresando nuestro parecer (“si…..”, “es cierto….”, “Sin duda…”) y con lenguaje no verbal (contacto visual, gestos, tono de voz, postura, etc.)
• Por un mal contexto
– Usar un canal inadecuado, como el uso del celular para hablar de algo importante, las prisas, falta de tiempo, lugar incorrecto para hablar, tratar de hablar de algo importante cuando hay más personas, etc.
Es común que los adolescentes de pronto sean más silenciosos, porque centran su atención en su mundo interior, ahí los papás debemos estar y acompañar (porque por pensar que no quieren hablar nos alejamos y eso lo empeora) y saber esperar. Cuando es preocupante es cuando ese silencio se acompaña de mala relación, agresividad, sospecha de malos pasos, bajo rendimiento escolar, etc.