Cuando un o una joven tiene cierta vulnerabilidad genética y de personalidad, el tener ciertas características en la familia, lo hace que pueda desarrollar más fácilmente trastornos alimentarios. Estos pueden incluir:
– Falta de vínculo entre padres e hijos.
– Sobreprotección y evitar la autonomía del hijo/a.
– Falta de apoyo entre los familiares.
– Rigidez en las reglas, es decir poca flexibilidad al aplicarlas
– Demasiadas expectativas hacia el hijo/a con mucha presión y poca cercanía.
– Problemas en la comunicación, como el evitar expresión de emociones.
– Comentarios de los padres acerca del peso, figura o alimentación.
– Criticas y burlas relacionadas a la alimentación, figura o peso.
– Alteraciones del peso y la forma de comer de los padres.
– Conflictos, pero sobretodo el no enfrentarlos o evadirlos.
Imagen: https://es.aleteia.org/2018/01/19/como-es-tu-relacion-con-tu-hija/