La educación es enseñar a los niños lo que está bien y lo que está mal. Esto llevado adecuadamente promueve el desarrollo de la persona. Aquí te recomendamos algunos principios que hacen que esta educación sea sana y eficaz:
• Los papas debemos mantener siempre la estabilidad emocional y autodominio. Para ello, debemos conocernos y saber hasta donde somos capaces de soportar. Mejor prevenir situaciones de tensión o hacer una retirada estratégica, que educar con un ataque de nervios.
• Los papás debemos tener presente las capacidades del niño, tanto por su edad como de su personalidad. Por ejemplo en ciertas etapas, los niños no son capaces de estar sin hacer nada. En lugar de decirle “estate quieto”, debemos alternan o buscarles actividades de modo positivo. Conociendo las capacidades, podemos ir exigiendo de lo más fácil a lo más difícil.
• Mantener un clima cordial y agradable. El niño debe sentirse bien en su propia casa, sin tensión con las continuas correcciones e imposiciones, incluso corregir con buen sentido del humor.
• Dedicarles tiempo a los niños. Los niños siempre buscan nuestra atención, si la tienen de buen gusto, corresponden tratando de agradar y si les ponemos atención, ya se quedan satisfechos y se pueden dedicar a otras actividades. Si el niño no obtienen atención, molestará y persistirá hasta que obtenga atención aunque sea a través de un regaño.
• Normas claras y justas con constancia, porque a veces, si estamos de mal humor regañamos por cosas sin importancia y si estamos ocupados o de buenas, pasamos por alto acciones que sí deberíamos corregir. Aunque también debemos ser flexibles.
• No corregir en público a menos que sea urgente y nunca ridiculizar al niño, porque provoca deseos de venganza.
• Corregir las “gracias” o acciones que en un futuro vamos a censurar, porque si no lo hacemos, el niño se confunde. Por ejemplo, no aplaudir cuando el niño pequeño diga groserías, ya que después lo vamos a regañar.